Ser Humanos

El afuera conspira como para mantenernos muy ocupados y bien alejados de la esencia de lo que significa ser «humano». Porque, efectivamente, los problemas que estamos obligados a enfrentar a diario nos distraen y nos hacen olvidar de lo que realmente importa. Y lo que importa somos nosotros (cada uno sin excepción) y nuestro grado de compromiso. ¿Cómo sería nuestra relación con los que comparten la vida, si nos esforzáramos en aumentar la capacidad de amar al otro como nos amamos nosotros mismos? Toda la «cáscara» en que nos sumergimos a diario nos lleva a olvidarnos de lo importante. Tendríamos que esforzarnos, mientras todavía podemos, en realzar los verdaderos valores que hacen a una buena vida. Para que, todavía a tiempo, todo comience a funcionar mejor. Para ello no tendríamos que perder de vista aquello que somos en verdad: almas valientes que decidimos encarnar en este mundo para completar nuestra evolución y alcanzar las metas más elevadas.Y evolucionamos siendo solidarios, viendo el corazón de los que nos rodean, y no su personalidad.
Porque es difícil llevar adelante una vida. Cuesta mucho. Y cada uno hace lo que puede, como puede. Y nos retrasa vivir juzgando y criticando, suponiéndonos mejores o sin conexión con los demás. Todo eso es lo que nos impide convertirnos en mejores seres humanos. Olvidados de nuestro origen divino, atrapados en las redes de vivencias ilusorias, nos enredamos en la maleza que nos oculta la visión sin  descubrir nuestras causas y la meta que nos espera.
Se trata de una cuestión de enfoque. Tendremos que reaprender a enfocar: descubrir quiénes somos, qué es lo que nos importa y qué lo que vale la pena. Para que dejemos de correr tras ideales fugaces, hasta que tengamos la certeza de que estamos en el buen camino y comprendamos qué es lo que nos favorece y qué lo que nos perjudica.
Y nos empeñemos en no repetir los viejos errores. Llegados a ese punto comprenderemos que las pruebas que se nos presentan -a todos sin excepción- son las que nos fortalecen y ayudan para lograr el triunfo final.
Y en algún momento, cuando estemos lo suficientemente preparados, lograremos vencer la ilusión del dolor, la ilusión de la muerte, la ilusión de carencia o desigualdad. Recién entonces abriremos los ojos y comprenderemos el verdadero sentido de nuestras vidas, por qué estamos acá y hacia dónde vamos. Porque estaremos ubicados en el amor y la dignidad que somos. Y ya no nos importará cualquier cosa que nos pase, porque estaremos ocupados en ayudar, en aliviar, olvidándonos de nosotros. Y nuestros pesares se alivianarán hasta desaparecer y las necesidades se minimizarán. Las metas serán más elevadas y abarcantes. Cobrará su lugar lo trascendente y adquiriremos la conciencia de que todo está bien, que todo está formulado para nuestro crecimiento y provecho y todos somos lo mismo.
Un abrazo.

Marta Susana Fleischer

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