Melancolía

odos sabemos que es la melancolía, y no solo en nuestra especie, también existen casos en los animales. La melancolía es una sensación de tristeza y reflexión, que a pesar de que ha sido romantizada por el arte, la literatura y la música tiene sus efectos perjudiciales y graves.
La tristeza puede ser un catalizador para el cambio y el crecimiento personal, pero, la melancolía, por ser persistente, puede impedir que los seres exploren nuevas oportunidades o persigan sus pasiones.
Recuerdo mi primer gato, Titino, se aferró mucho a una perrita que traje de la calle. Cuando ella murió, él se quedó acostado sobre el almohadón de ella, no quiso comer más, finalmente murió pocos meses después, a pesar del esfuerzo veterinario por salvarlo.
Hay muchas historias. Todas desgarradoras. Pero los seres humanos tenemos la ventaja de poder filtrar en nuestra mente los pensamientos de tristeza. Dado que, tenemos herramientas innatas y aprendidas para controlar estos estados de aflicción. A pesar, de que los medios musicales y de comunicación insistan en sobredosificarnos permanentemente de esas terribles inyecciones de nostalgias. 
“El tango es un pensamiento triste que se baila” dijo Discépolo, y parece algo maravilloso, pero ha colaborado en gran forma para acentuar las dosis de melancolía en las sociedades. Ni hablemos de los boleros…»y si ya no puedo verte, ¿por qué Dios me hizo quererte para hacerme sufrir más?», pero no son los únicos responsables de llantos y angustias, la lista es larga y cubre todo el planeta, incluyendo todos los géneros musicales. 
La melancolía no solo afecta la mente; también puede tener consecuencias físicas. El estrés crónico asociado con la tristeza prolongada puede llevar a problemas de salud como enfermedades cardíacas, trastornos del sueño y un sistema inmunológico debilitado
La melancolía es como un blackout, una cortina muy opaca sobre nuestras vidas, no nos deja ver la luz, nos impide avanzar, nos lleva a un estado de inacción, con pensamientos negativos. Nos aísla y nos coloca en un círculo vicioso.
La vida es un viaje y los mensajes negativos deben ser como carteles a lo largo de la ruta, podemos leerlos, pero no detenernos por ellos, pues perderíamos nuestro destino.

Por María Raquel Bonifacino

Escritora uruguaya, residente en Argentina,
autora de “Mukul, más allá del secreto”
y “Amantes seriales” entre otros.
Coach de Inteligencia Emocional
y Creativa. mariaraquelbonifacino.org

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