Los caminos de la mente

Extraños y diversos son los caminos que elige la mente humana. Caminos que nos sumergen en realidades agradables o, en su defecto, poco placenteras. El cuerpo físico se maneja en un mundo de tres dimensiones, pero cuando pensamos o imaginamos, las imágenes que vemos se manifiestan en otra dimensión. Generalmente es tan grande el poder de la mente, que lo que pensamos se vuelve realidad. Se manifiesta en el mundo. Un ejemplo sería cuando recordamos a una persona a quien no vemos desde hace mucho tiempo y – como por arte de magia- la encontramos el mismo día, o el siguiente. En realidad nos conectamos con esa persona por el pensamiento y nos atrajimos mediante las ondas mentales, hasta vernos.
Esta es una pequeñísima demostración de cómo funciona nuestra mente, hay cientos de ejemplos que cada uno puede aportar de sucesos que acontecieron luego de ser pensados.
Cuando el mismo pensamiento es sostenido por varias personas, se potencia, adquiere mayor fuerza y la capacidad de manifestación aumenta.
Quienes habitamos este suelo bendito conocemos de pasar tiempos difíciles, complicados, hasta inhumanos; las causas son bastante conocidas por todos, basta con leer historia o con atravesar el día a día. Dicen que “cuando se está metido en el baile, hay que bailar”…
Una de las maneras de “bailar este baile”, sería no agregar más pasto a las llamas; es decir: que conservemos la calma, que no nos dejemos tomar por el desaliento, que desde nuestras mentes y desde nuestros labios no aportemos ideas o palabras de derrota, de desesperanza, que contribuirían a empeorar las cosas. Tratemos de permanecer  en una actitud confiada y sin temor, en la espera de que la situación cambie para bien. Seamos solidarios y creativos, más que nunca. Y cuando vemos que quien está a nuestro lado decae, ayudémosle.
La mente humana es una representación de la mente divina, se asemeja a ella. Pero está en nosotros elegir cual realidad manifestamos.
Aprender lecciones cuesta. Una vez que las aprendemos, ya no las olvidamos más y no repetimos los errores que tantas consecuencias nos trajeron. 
En momentos de tormenta debemos mantenernos en calma, comprendiendo que somos mucho más que el cuerpo físico que vemos. 
Que la presencia de Dios en cada uno de nosotros nos ilumine siempre.

Marta Susana Fleischer

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