¿Dónde ponemos nuestra energía?

Para que uno pueda cambiar hábitos ha de saber que deberá desalojar o transformar alguno/s de los personajes que lo habitan. Esto es, dejar de dar lugar a formas de proceder que quizá en algún momento fueron útiles y/o necesarias, pero que hoy no nos representan ni benefician nuestra salud y así evolucionar hacia un mejor estado físico, mental, emocional y espiritual, un estado de armonía.
Podemos cambiarnos a nosotros mismos, poniendo atención al sentir propio, no a la mente sino al corazón. Esta actitud nos lleva a identificar qué ocurre orgánicamente en nosotros, qué nos genera resistencia o afición. ¿Cuáles son nuestros deseos íntimos, genuinos, auténticos?
Miremos esos deseos, ¿estarán influenciados por costumbres, ambiciones, factores externos, creencias o reflejan la fuerza que emana nuestro corazón, ese pulso de vida? Miremos qué ocurre allí, si sentimos amor o miedo, si damos, despreciamos o quitamos valor a lo que sale de nosotros mismos.
Cambiar hábitos -cualquier hábito- es elegir brindarse atención, confianza y autocuidado. Significa tener respeto por uno mismo, y en consecuencia por el otro.
Lo único constante es el cambio, ¿Para qué tanta resistencia a lo nuevo o distinto? ¿Para qué queremos sostener lo que intuimos que nos resta? ¿Qué intuimos?
¿Para qué sostener y/o forzar a que las cosas sean “como vienen siendo”? ¿Qué pasa si siempre todo es como viene siendo?
Cambian nuestras ideas, el cuerpo, los vínculos, las estaciones, los deseos y absolutamente todo lo que existe.
¿Qué tal si nos mostramos sensibles, abiertos, vulnerables ante nosotros mismos? ¿Estamos habituados a escucharnos? 
Conectar con lo personal y lo íntimo para poder leernos, conocernos, y así cambiar formas de actuar y/o pensar que ya no suman, que empeoran, debilitan, desconectan y sólo invitan a seguir corriendo “atrás de la zanahoria” de no sé de quién… ¿De lo que nos muestra la tele? Las redes? ¿De lo que “se supone que -para la mayoría- hace bien”? 
¿Me hace bien lo mismo que le hace bien al otro? ¿Es útil la comparación? ¿Cuál es mi impulso? ¿Cuál es la motivación?
¿Tengo alguna idea de quién soy, qué me gusta y qué promuevo en mi día a día? ¿Sabemos que eso que hacemos, sentimos, decimos, pensamos crea la realidad que vivimos?
La coherencia entre lo que somos, sentimos, decimos y hacemos regala salud -integral- y fluidez. Honrar nuestra identidad, las fortalezas y debilidades, poder escucharnos, aceptarnos, sostenernos y/o validarnos para cambiar y transformarnos precisa de reflexión, de detenernos a sentir y así poder ver, verse. Para verse y actuar acorde a lo que somos. 
Estará bien que des lugar a conocerte a vos mismo o que lo dejes pasar para seguir con lo que ya está planteado, estipulado o armado. Está en cada uno la posibilidad de transformar lo que precise, crear lo que te enciende o continuar con lo normal, lo que dicen los medios, lo que expresa la mayoría, los conceptos validados por otros.
A veces ni siquiera notamos lo que está a nuestro alrededor, feliz o no feliz, ni hablar de permitirnos acompañar nuestro sentir, las tristezas o desilusiones. ¿En dónde ponemos la energía? ¿En zafar de la cuestión? ¿En lo que me dijeron que era “lo mejor”?
Estamos interconectados, todos con todos; es hermoso y necesario poder ayudar y ser ayudado. Igualmente importante es discernir entre lo que el otro quiere y lo que yo quiero. ¿Cuáles son mis límites? ¿A quién le tengo que agradar? ¿Para qué? ¿Porqué?
Muchas preguntas en este escrito, pero es que ya me aburre que estemos siempre buscando las soluciones (o “culpables”) a todo en el afuera, incluso juzgando y cuestionando a los demás, entregando nuestra energía y tiempo a quienes no somos, sin dar lugar a habitar los seres maravillosos, mágicos y creadores que sí somos.
Para terminar y a la vez para poder comenzar a afinar el lápiz y convertirnos en quiénes deseamos, para ser lo que queremos, el mejor hábito creo que es el agradecimiento. Para empezar a mover esos hilos que nos construyen, agradecer lo que es, lo que no fue y lo que hay, porque esto aclara, conecta y con un poco de coherencia y acción, impulsa a vivir nuestra propia vida, a gusto del “consumidor” y no de lo que nos venda otro.

Por Marina Ardenghi
Health Coach-Lic. en Química
marinaardenghi@gmail.com
Whatsapp:+54 9 298 431-3869
Instagram:@marina_inhc

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