Como son las cosas

Este año dado cambio a secundaria de hijo, me toca venir sola a la redacción y en transporte público (“en Buenos Aires funciona muy bien”, no se cansa de manifestarlo mi amiga mendocina). Sucede que esas dos cuadras tempraneras hasta la avenida me enfrentan con tremendas realidades de reojo. No miro en detalle -nunca miro- por respeto, pudor, culpa, no sé.  En un ataque de angustia decidí que iba a ayudar a todos los que me lo pidiesen. Obviamente no se puede. Bajé entonces mi espada un poco y decidí que ayudaría como pudiera.
En ese trayecto mañanero una señora mayor ya muchas veces vista, solicita mi ayuda; sigo mi camino rápido, pero me freno y retrocedo media cuadra…recuerdo mi promesa, ayudo con dinero, creo que ni alcanza para café un 500…  Media cuadra más y en el suelo un bulto tapado por mil cobijas, observo una mano y asomando una bolsita colectora de orina tirada en el piso… “La pt madre”- grité. Busqué a la guardia urbana y ahí la encontré, parada en el frío en la puerta de la escuela. “Ese hombre se va a morir así, se va a infectar, le va a…”. La guardia lo sabía todo, conocía al hombre, me explicó más detalles de su estado, me dijo “él es de la calle, lo llevamos al hospital y cada 15 días vuelve”; con infinita ternura me explicó algo que casi entendí, y agradecí tratando de tapar mi vergüenza burguesa. Subí a mi bondi, le agradecí al chofer que me esperó en esa corridita mentirosa del Metrobús, “gracias a vos” respondió. “Qué?” pregunté y seguí, porque entendí recién a los tres pasos. Miré todas las caras. Un señor vendía medias al estilo antiguo de voz engolada, le compré esas tres para que le diera suerte, no pedía ayuda, vendía, y las medias estaban buenas, como me dijo la señora joven que tenía sentada al lado. “Te regalo las negras que tengo muchas”- le murmuré, es que yo necesitaba dar algo. Risas y bendiciones me fueron devueltas, ahí recién presté atención al canto del chofer, reparé que iba manejando, escuchando a Bob Marley, y comentando algo a un muchacho muy buen mozo con dificultad para trasladarse en primer asiento, lo había visto de reojo cuando subí. Escucho en la parada de hospital Rivadavia un sonoro “Todo va a estar bien, siempre en positivo, muchacho!”- de parte del chofer, desde mi ventana vi la sonrisa y las muletas trabajosas.“Don’t worry about a thing / because every little thing / gonna be all right” seguimos tarareando en el 59. 
“No te preocupes por nada / porque cada pequeña cosa / va a estar bien”

Cecilia Andrada – Directora

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